“¿Para toda la vida?”,
te preguntaron y le respondí “por ahora sí”, “si Dios quiere”, “si no me echan”,
“si no pasa nada que lo impida”,…
La longitudinalidad y
la continuidad es lo que los ciudadanos esperan de nosotros y lo percibo como
un compromiso personal al entrar en sus vidas a través de nuestras consultas. Me
encantó el artículo de José Ramón Loayssa cuando incluyó el compromiso personal
en unas de las virtudes profesionales en el apartado de la responsabilidad del
médico de familia.
Como Raúl Olalde llevo
tiempo en el mismo centro de salud: 27 años. Venía de una reglamentación laboral
que se modificó en julio de 1989 donde las interinidades de los médicos pasaban
de ser nonamestrales a ser indefinidas. De ser obligatoriamente alongitudinal o
dejar de serlo. En el año 2006 se consolidaron las plazas y sólo pensé en este
lugar donde quería estar.
Al igual que Raúl
Olalde rememoro fácilmente 4 generaciones; por lo general por sus mujeres: “Corina,
Mariluz, Leticia y Andrea”, o “Ana, Ciana, Mónica y Diana”, o “Amalia, Luisa,
Iballa y Noa”, desde bisabuela a bisnieta según por donde se mire.
Y reconozco que me encanta
jugar a “¿Tú de quién eres?”, como “Er Sevilla” de “No me pises que llevo
chanclas”.
Creo que la
longitudinalidad es un sentimiento. Siento que tengo una atención longitudinal,
no tras un cierto tiempo lógicamente, sino cuando me ven y me hacen sentir como
su médico de su familia, como un elemento propio y referente de su entorno
familiar y social, más allá de un recurso sanitario al que tienen derecho y con
el que llevan tiempo en contacto. Es alcanzar y ganarse un estado de
pertenencia al otro y al lugar.
Es un compromiso, una
implicación con las personas, con sus familias, con su comunidad y con su
entorno.
Es un objetivo, es la
razón de que me dedique a ser médico de familia. Sentir que mi misión es la
atención integral de las personas adscritas a mi cupo con la visión de alcanzar
el máximo estado de salud, de calidad de vida y de bienestar de dichas
personas. Y para eso preciso del compromiso de dar el tiempo y la continuidad necesaria
en la atención, un compromiso atemporal, sin caducidad, ni obsolescencia
programada.
Asimismo, la
longitudinalidad te permite otras cosas.
Te permite organizarte
a largo tiempo y disponer de otros aspectos importantes en tu vida profesional,
pudiendo llegar planificarte para hacer un par de Máster (por ejemplo Salud
Pública o Bioética), presidir un Comité de Ética, ser tutor de residentes, ser
responsable autonómico de grupos de trabajo (como del PACAP), participar en
diferentes actividades comunitarias y formativas,…, como parte de tu trabajo. En
definitiva, la búsqueda de la excelencia, otras de nuestras virtudes
profesionales.
Te permite organizar
una agenda, con horarios para burocracia, para la demanda, para las visitas, para
formación, para unidades antitabaquismo, para reuniones de coordinación,…
Te permite programarte
para obtener mejores resultados en salud o para intentar mejorar el uso de los
servicios sanitarios en aspectos de racionalidad.
La longitudinalidad
también te aporta valores materiales. Alcanzas satisfactorias cuotas de
prestigio, de gratificación, de poder y de reconocimiento que inevitablemente
te pierdes si estás del tingo al tango.
Además, es positivo
desde el punto de vista empresarial. Con la longitudinalidad y la continuidad te
sientes parte de tu equipo, puedes comunicarte a todos los niveles, tomas
decisiones, aprendes a analizar y solucionar problemas y conflictos, recibes
atribuciones y decides delegaciones, modulas tus relaciones interpersonales,
eres referente en algunas competencias entres tus compañeros, confían en ti para
temas sanitarios y para temas personales, como con tus pacientes compartes con
tus compañeros sus novicio en el equipo, como se casan, como tienen hijos,…, y
otros acontecimientos vitales en sus vidas,…
Y todo desde un marco
de que, por mucho tiempo que lleves, eres totalmente prescindible. La vida
sigue a pesar de tus ausencias. Puedes y tienes derecho a desconectar. Aceptar esto
es lo que te permite que vuelvas a ser un simple ciudadano cuando no entablas
relaciones médico paciente o estás ejerciendo alguna actividad propia de tu
competencia.
La continuidad te
permite tiempo para tu vida privada y te deja desarrollar tus proyectos de vida
personales
Eres el marido, el
padre, el familiar, el vecino, el amigo,…, con un alto grado de satisfacción
personal. Tienes una casa, un pueblo, un entorno y un ocio que también te
resulta muy placentero. Maduras un desarrollo personal con altas dosis de
autoconfianza, autovalía, autoquerencia o autoestima. Precisas que tu propio entorno
personal, familiar y comunitario y tu automodelo biopsicosocial sean adecuados
para afrontar el de tus pacientes. Es lo que Bimbela llamaría “cuidar al
cuidador”.
Es simpático que te
digan con frecuencia cuando vuelves de vacaciones “Se acabó lo bueno”. Sólo hay
una respuesta: “no, porque lo bueno lo tengo en casa”.
Con la continuidad
empiezas a ver importantes algunos aspectos relacionales o comunicacionales. Hay
mucho que aprender en este sentido.
Comencé con aspectos básicos
de mindfulness con Benjamín Pérez hace más de una década o de la terapia breve
como parte de la atención familiar. Luego llegó el hacer un Practitioner y el subsiguiente
Máster en Programación Neurolingüística (PNL) para acabar con un Coach en PNL
tras dos años y medio de formación acreditada. Lo último en este campo de
comunicación en positivo son las terapias de aceptación y compromiso promovidas
por Azucena Aja.
Principalmente te ayuda
a amueblar tu cabeza y a controlar tus diálogos internos, a admitir tu
vulnerabilidad y a aceptar la incertidumbre al tomar decisiones de forma
constante en el mismo entorno donde los aciertos y los desaciertos se acaban
notando. Te permiten percibir, sea cuales sean los resultados de tu atención, que
sólo son resultados; unos favorables y otros a mejorar pues tienes tiempo. Te permiten
un adecuado engagement, un estar aquí y ahora, una ética tácita del momento, un
saber qué hacer en cada instante.
Como dice Casals, lo
importante no es que las cosas salgan como tú quieres, lo importante es que las
cosas salgan y sabes que, independientemente del resultado obtenido, has hecho
lo mejor que percibías en cada ocasión.
Todo este continuo de
experiencias y estas herramientas te llevan a adquirir el gusto de cumplir con
tus obligaciones y tus compromisos como médico de familia.
Remedando a Juan
Gérvas, sólo el compromiso personal te ayuda a vivir profesionalmente en
plenitud.
La historia de Inma